El voto en contra del PVEM en la despenalización del aborto ha sido interpretado como una decisión alineada más con instrucciones externas que con una agenda partidista clara. En este contexto, cobra relevancia la influencia de Eruviel Ávila, quien no solo ostenta un peso político significativo por su trayectoria, sino que además cuenta con un doctorado en estudios eclesiásticos. Este perfil, combinado con su experiencia en la toma de decisiones estratégicas, sugiere que pudo haber instruido a Couttolenc y al grupo parlamentario del Verde a adoptar una postura conservadora en este tema tan delicado.
La actitud de Couttolenc y su grupo parlamentario, lejos de demostrar liderazgo, evidencia una subordinación preocupante. El coordinador ha buscado alianzas únicamente con partidos que garantizan acceso a cargos de elección popular, pero ha mostrado una lealtad cuestionable hacia sus aliados, como quedó claro al votar en contra de iniciativas progresistas. Esto ha expuesto la debilidad de su liderazgo y la falta de una visión política propia dentro del partido.
Además, el caso del PVEM no es aislado. A esta postura se sumaron diputados de otros partidos, incluidos panistas, priistas e incluso algunos vinculados al partido oficialista, quienes optaron por votar en contra o abstenerse en la despenalización del aborto. Este bloque conservador refleja una coordinación que, lejos de responder a convicciones individuales, parece obedecer a intereses políticos más amplios, probablemente encabezados por figuras como Ávila.
En este escenario, la imagen de José Couttolenc como líder del Partido Verde queda gravemente debilitada. Las decisiones clave no parecen ser tomadas desde su coordinación, sino desde un esquema de poder más amplio en el que Eruviel Ávila, con su peso político y formación eclesiástica, parece tener la última palabra. La pregunta es si el PVEM en el Estado de México seguirá siendo un actor político autónomo o si continuará siendo una extensión de intereses ajenos a su militancia.